Me enamoré aquella vez… Sí, pero fue por un descuido…
Lo tengo bien claro, ya dejen de molestar… Sé bien que no es para mí, pero aun así, estoy en ese “proceso”…
Mm-. Si lo recuerdo bien, estaba sentado en clases, no haciendo algo productivo como de costumbre. Mirando al cielo como iba y venía a su antojo, me dio algo de envidia. Pensaba las tonteras de siempre, mientras, caminando como de costumbre, pasó ella sin notar yo su presencia. O eso es lo que me dio a entender un amigo cuando conversábamos al almuerzo. Es que es muy bajita, difícilmente se le ve desde un lado al otro del salón de clases (lo cual, la hace todavía mas adorable). Teníamos que hacer un trabajo de biología que nos habían asignado, y no la encontraba por ninguna parte… Ya era casi la hora de la entrega… Al final, la encontré en la cafetería, estaba conversando con algunas compañeras más, sobre “temas de mujeres”. Entre paréntesis, siempre cuando joven tuve la pregunta en mi mente ¿de que se trataría eso de “temas de mujeres”?. Y al crecer, fui dándome cuenta, que no son “temas de hombres”... La vi como si de cualquier amiga se tratase, llamándola enojado por la escabullida… -No es para menos, llevo un buen rato buscándola-. Quedamos en mi casa, porque la profe nos dio hasta el día siguiente para entregarle el asunto.
Nos fuimos caminando juntos a mi casa ya que quedaba a solo unas pocas cuadras del establecimiento. Ella, en el recorrido, me mencionaba algunas cosas que realmente no eran de mi interés. Yo entre tanto, tarareaba una canción de piano que quería tocar desde que la escuché por ahí (creo que fue en el pasillo, pero no importa…). Al llegar, le avisé a mi mamá que iba a estar ocupado haciendo un trabajo con una amiga, que ya era conocida en mi casa porque había venido algunas veces en el pasado. Nos ofreció mi servicial madre: te y alguna merienda, mientras dábamos todo de nosotros para poder concentrarnos en la materia (que ninguno de los dos entendía). Después de la negativa de nuestra sinapsis, se me ocurrió prender el televisor, pues recordaba que en la programación, estaba escrito que a esa misma hora pasarían una película que quería ver. Me acomode en mi cama y ella se tomo la silla del ordenador; los dos teníamos gustos parecidos en lo que respecta a las películas, por lo que no me costó convencerla de que la viéramos y consiguiésemos después la concentración anhelada. Pasó el rato y de pronto, nos hallábamos juntos en mi cama hombro con hombro emocionados con la trama, que de por si estaba bastante buena. Después, sucedió, y no me había dado cuenta antes… En un movimiento de aliento para el guerrero caído en el film, nos quedamos mirándonos fijamente, con emociones entremezcladas. Supongo que nuestras almas se sentían acompañadas en un momento tan propio, tanto así, que todo dejó de existir. Para mi eran sus ojos, su cuerpo y viceversa. Luego de la tentativa, todo acabó con una carcajada suelta por ambos. Y ahí lo entendí claro, ella era para mí…
Cupido me había ganado la jugada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario