Otra vez perdido

Se hallaba un pobre caminante desnutrido en las sendas de una vaga idea, rugía su escaso estómago al ocaso que ni una alma mostraba. Seguía caminando cada vez a paso menos veloz, y las malas costumbres lo carcomían por dentro. Entonces ya derrotado y perdido al mundo, apareció la cosa más insospechada para el pobre alienado. Ante sus ojos y oídos, una silueta aparentemente femenina, con su voz angelical, susurró palabras de aliento al desatendido hombre. De pronto, cobró fuerzas en su interior; una idea que lo superó, poniéndose de pie y recuperando el sentido semi perdido, se incorporó al momento y pudo recién distinguir la presencia. Una joven bastante bella, que le resultaba peculiarmente conocida se mostraba alegre y risueña ante él pese a lo desgarrado que se sentía. Todo su cuerpo vibraba de emoción incontrolada, hasta que éste no le pidió más. Ya no tenia hambre el hombre, ya no se sentía abandonado en la desgracia. Tenía un algo que lo levantaba con fervor, hasta que se sintió completo de nuevo. Miró de reojo al horizonte, y por fin recordó que estaba herrado completamente en su camino. Aún después del extraño momento, no podía entender que significaba todo eso. Sabía que una mujer en sí, no podría, claramente tener un algo con tal poder, un algo tan descomunal. Le volvió el habla y solo atinó a preguntar si se habían conocido aquellos dos caminantes en alguna ocasión pasada. Ella alegre le contesta con un movimiento positivo de su cabeza. Luego entre una o dos vueltas de felicidad por su parte, respondió ahora un poco mas acertadamente, “Soy Gali, mucho gusto”. El sujeto, recuperado del todo se pone a pensar en el nombre que le sonaba extrañamente conocido, y no pudiendo más con la duda, otra vez le hace una pregunta con las interrogantes reboloteando en su ahora adolorida cabeza, “perdona, pero, ¿nos conocemos de antes?”. La cara de alegoría de la joven, se esfumó en un instante, transformando la energía del lugar. “¿Cuantas veces me tendré que presentar para que me recuerdes?”