18 agosto 2010
Noctambula
Se figuraba una rosa en el alba, cuya silueta dominaba la sombra de nuestra ciudad. Como si toda la iluminación del entorno, se ciñera sobre los pétalos de la flor. Ondeaba su figura en cada brisa moviendo toda la vida consigo… Todos la mirábamos en su esplendor de divina juventud, todos, excepto la joven María, que seguía intacta a su atracción. Continuaba ella sus labores de temporera como siempre. Sin verse afectados sus sentidos, se dirigió a sus aposentos con la canasta recurrente, rebosante de productos de su fundo. Caminó sin desmán, y, sin tomar atención de la gente que yacía anonadada ante el espectáculo; se perdió en la espesura…
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