Iba caminando al ocaso como de costumbre cuando un ser que no alcance a identificar gracias a la luz del atardecer que acompañaba al paisaje, se levanto justo en frente de mi y me pidió con voz extraña en una lengua musical, un cigarrillo.
Al revisar mi bolsillo para buscar la cajetilla, note que sus ojos brillaban de nostalgia verde agua. Me quede mirando a la figura unos cinco minutos hasta que el crepúsculo desvaneció un tanto su potencia. Con la venida de una luz mas estable, pude identificar a una joven de cabellos largos, tanto como su cuerpo entero, debe haber tenido unos 20 años bien llevados. Volví a mis sentidos pidiéndole disculpas por mi mala educación y le acerque un cigarrillo. Lo acepto con gratitud y se lo llevo a la boca. Después de eso, se toco las piernas queriendo encontrar algo y sonrojada me pidió fuego. Me divirtió su expresión y también le acerque el fuego.
Me miró con curiosidad de pies a cabeza preguntándome que es lo que hacia un hombre como yo en aquel desierto sin alma. Me pregunté para mi que habrá querido decir con un "hombre como tu", pero le respondí que caminaba al ocaso. Pareció que mi respuesta le cambio su expresión porque ya se veía mas relajada. Aun después de satisfecha su pregunta, parecía como si tuviera otra en su arsenal. -¿Puedo caminar contigo?, creo que vamos hacia el mismo lado… Es lo que soltó sin titubear. Por supuesto que mi viaje debía ser en solitario, pero no fue lo que le dije… Es una mierda caminar solo... Desde ese entonces es que camino acompañado en el viaje interminable de mi primer hogar, hasta algún lugar donde el sol no se oculte de vergüenza...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario